Talibán y un poco de amor

 

pmc

 

Podemos amar a nuestros enemigos, pero sólo después de haberlos derrotado. (Dicho por un talibán).

Leo un interesante libro sobre los talibanes, los guerreros de Dios, semejantes en casi todo a nuestros templarios. Como los antiguos monjes guerreros que conquistaron Jerusalén, si luchan con tal dedicación es porque piensan que morir en el combate anula sus pecados y lleva directamente a la Vida Eterna.

Opina el autor que aquella zona del planeta es el polvorín en el que se está fraguando la tercera guerra mundial. Afganistán no es tierra sólo de pashtunes y chiítas, también lo es de tayikos, uzbekos y turkmenistanos. Pakistán e Irán están muy interesados en la evolución de los acontecimientos pues el movimiento talibán ha sido derrotado pero no vencido.

En el blog de Arcadi Espada me corrigió un compañero cuando leyó el comentario que hice a propósito de que el Talibán nació de los rescoldos muyahidines. Y todos sabemos cómo echaron éstos a los soviéticos de Afganistán. De no haber sido por los misiles Stinger nunca lo hubiesen logrado. La CIA montó una operación tras la guerra para recuperarlos pero ya no estaban en su sitio. Algunos reaparecieron en Irán.

El bueno es siempre el que está con nosotros. El éxito de Masud en Occidente se debió a que, como buen jefe tribal, supo buscar las alianzas más adecuadas para él y más convenientes para nosotros. Lo convertimos en un héroe y después en un mártir. Por supuesto, Masud fue tan belicoso y cruel como cualquiera de sus enemigos pero era nuestro muchacho.

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Algunos frívolos resuelven el enigma diciendo que Cristo fue un esenio. Poco saben de él y nada de los esenios. Küng, que sabe mucho de ambos temas, nos dice que era por completo imposible pues los esenios lo hubiesen expulsado de la congregación. No estaba en sus hábitos hablar con mujeres públicas o adúlteras, beber vino y asistir a banquetes. En definitiva, santificar la vida.

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Ayer por la tarde, comprando un par de tubos de óleo en la tienda de costumbre, había un hombre que hacía retratos con las tijeras, recortando en cartulina negra el perfil del retratado. Las proporciones eran muy exactas. Contó que su abuelo fue pintor y que comenzó a hacer esos recortes cuando viajó a Copenhague y vio a un tipo que los hacía. Pensó que él también sabría y se puso a ello. Los hace gratis et amore, sólo por el hecho de que le posen unos minutos. Resultó inevitable ponerse a pensar, ante tanta exactitud con unas simples tijeras, qué hubiese sido capaz de hacer con un lápiz o un pincel. Y de ahí al melancólico pensar de cuántos talentos no aprovechados se han perdido para siempre, sin dejar noticia de su paso.

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Se da por buena la transmisión genética de los aspectos digamos formales de las personas, así como la propensión a determinadas enfermedades. Los llamados interruptores genéticos, que el individuo puede pulsar o no de acuerdo al tipo de vida que lleve. No se considera políticamente correcto decir que también se heredan algunas cualidades y defectos que tienen que ver con la esfera moral.

En crianza animal no sólo se admite sino que, de hecho, la domesticidad no hubiera sido posible si un carácter conveniente como al que los humanos llamamos nobleza no fuese hereditario. También la ferocidad, por supuesto. Aquí dejo el tema porque lo que sigue es un cenagal y eso se argumenta mejor ante amigos y personas de confianza.

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La gente con ideas siempre resulta interesante, la gente con ideología no. En el primer caso encontramos curiosidad y beneficio para nosotros; en el segundo, la visión sesgada termina por intoxicarnos.

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Un viaje corto a un pueblo de las vegas donde apareció un teatro romano en la ladera del castillo. Asuntos de trabajo pero lo interesante fue la conversación con M. sobre la agricultura que se practica actualmente en lo que se llamó Plan Badajoz. Me hizo recordar los años en que se hacían chistes sobre la inauguración de pantanos. Ahora se piensa que ojalá hubieran hecho cien más.

Fueron los ingenieros republicanos bajo el mandato del ministro Indalecio Prieto quienes diseñaron las estrategias y proyectos. Franco no dejó pasar tan buenas ideas y les dio cumplimiento, fue la mano que hizo pero no el inspirador.

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Tras la más que deliciosa primavera llegaron los calores fuertes. El campo seco y agostado está muy bello, luciendo terno de oro y tabaco rubio. Los celajes del verano, con el azul claro enturbiado por la presencia de amarillos naranja, se aclaró y la luz resulta dolorosa en el centro del día. Las horas más bellas vuelven a ser las extremas, al amanecer y de atardecida. La hora del lubricán resulta especial en este tiempo pues el cielo platea, como cansado de tanto ardor dorado.

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No era aficionado a estas cosas pero he terminado por colocar sobre un velador que hay en el cuarto de estar más íntimo fotos de mis hijos cuando eran niños y una foto de ella tomada por mí en un día anclado en el recuerdo. Está preciosa en ese blanco y negro que ya es antiguo pues no debería tener treinta años todavía. Mira hacia la cámara, hacia mí. Está tomada en el piso que habitábamos en Madrid, en una esquina de la Gran Vía y el espacio, el aire, que hay alrededor de la figura me permite reconstruir nuestra casa, habitación por habitación. La felicidad no consiste en vivir en el pasado sino en saber traerlo al presente, hacer que la vida sea un presente continuo.

 

(Entrevista a Marina Saura en Jot Down. Está mejor que bien)